domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Ir al la peluquería es un deporte de riesgo?

Ayer cometí el terrible error de ir a la peluquería… Este es un error muy recurrente en mi vida, ¿por qué insisto? Pues si, siempre sucede de la misma manera: una mañana me levanto con los pelos locos, imposibles de peinar, y me digo: “estoy harta, voy a cortármelo”. Y salgo a la calle en busca de una peluquería, una nueva, porque normalmente nunca me gusta la anterior a la que ido. Entonces comienza la difícil búsqueda de una peluquería de apariencia “normal”. Esto quiere decir que no sea ni de “marujonas”, ni de “modernetes”.

Las de “marujonas” son fácilmente reconocibles, porque tienen una fachada y una decoración pasadas de moda, y dentro siempre hay alguna señora entrada en años, de poco pelo, haciéndose una permanente y tiñéndose de un color gris-violeta extraño. También se caracterizan por emitir un fuerte olor a laca Nelly y tener nombres como Mary, Pepi, Puri, Juani o Luci. La peluquerías “modernetas”, son todo lo contrario, tienen fachadas futuristas y una decoración interior minimalista y los peluqueros suelen ser gays cachas o tías supermonas, todos ellos cuidadosamente despeinados, claro. Curiosamente los nombres de éstas, también tienen apellidos tipo: Rafael Martín, Estilistas. Entre ambas, también hay una diferencia de precio considerable. En lo único que se parecen es en que siempre te dicen lo bien que te queda el peinado que te acaban de hacer, aunque, para ello, utilizan un lenguaje diferente: “Uhh, qué bien te queda, estas guapísma, nena!” Vs. “Ohh, este cambio de look te favorece mucho, es ideal!”. Y ¿por qué será que yo nunca me creo a ninguno de los dos?, ¿será porque tengo un espejo delante?

Sin embargo, a veces, estas características no son tan evidentes. Entonces entras en una peluquería que crees “neutral” y luego resulta que no lo es, pero cuándo te das cuenta ya es demasiado tarde… Eso me paso ayer, recorrí varias calles de mi barrio y de pronto la vi: era ¡una peluquería normal!, entonces entré sin pensármelo dos veces. Pero las apariencias engañan. Cuando me lavaron el pelo haciéndome una masaje de 20 minutos, empecé a sospechar. Luego llego la peluquera y me preguntó que qué quería. Yo, que no sé hablar con los peluqueros porque hablamos un idioma diferente, le dije: “Quiero cortarme un poco el pelo, sobre todo quiero un peinado fácil de peinar, porque no sé utilizar el cepillo redondo y el secador al mismo tiempo; así que algo que se peine solo, por favor.” Entonces ella me dijo: “Vale, te haré un corte a capas semilargas, más escalado por detrás y con el flequillo desfilado irregularmente.” (¿¿Ehhh??) … Y yo conteste: “Vale”. (Ay, insensata!, ¿es que no vas a aprender nunca?). Cuando terminó la faena, yo no me reconocía en el espejo!, me dijo lo bien que me quedaba, cosa que corroboró una señora que había a mi lado haciéndose unas mechas. Luego me cobró el corte, mas una mascarilla que me habían puesto en el lavado, sin preguntar, la cera del acabado final y no se qué mas.

En fin, que salí de allí con un peinado ultra moderno barcelonés. No sabía si ir a comprarme unas gafas de pasta, e irme al CCCB a ver una peli de esas raras y profundas de 5 horas. O buscar en el baúl de los recuerdos de mi madre un modelito setentoso, e intentar pedir trabajo al Canal 33, como copresentadora del Silenci. Otra opción era fundar un grupo de Pop alternativo catalán, pero la música no es lo mío. Así que decidí irme a casa, meter la cabeza bajo la ducha y tratar de arreglarme el pelo con las tijeras de la cocina, que son las únicas que tengo que cortan bien. Resultado: Esta mañana me he levantado con unos pelos que parecía que me había peleado con una jauría de gatos. Mañana iré a cortarme el pelo corto. (Si, ya se, estoy loca, pero tendríais que ver mis pelos...) Yo solo quiero un peinado que sea fácil de peinar, sin escalados ni desfilados peligrosos, tampoco es tan difícil... ¿Alguien conoce una peluquería normal?